Estambul: la ciudad de los perros y gatos.

Perros y Gatos Estambul

Siempre que viajo soy la típica persona que se engancha con los perros, los llamo, los acaricio (si se dejan) y les doy algo de comer; además de sacarle alguna foto. No sé porqué pero tengo una conexión con ellos, los miro y veo ese amor puro y sincero, al igual que cuando estoy con mi perro Paniagua (pero eso es para otro posteo).

En nuestro viaje por Estambul notamos una gran cantidad de perros y gatos en la calle, pero no se veían como “perros de la calle” a los que, lamentablemente, nos acostumbramos a ver. Estaban bien alimentados, con collar y con un detalle en la oreja; cosas que nos llamaron la atención y que el guía con el cual hicimos el Free Tour nos explicó en detalle.

Como perros y gatos.

“No se moverían aunque el mismo Sultán pasara por allí”, dijo el escritor estadounidense Mark Twain a mediados del siglo XIX. Se refería a los miles de perros y gatos que habitaban y siguen habitando las calles de Estambul.

Cuando recorríamos la ciudad, nos cruzábamos todo el tiempo con ellos. Animales sin dueño, “de la calle”, pero que se los veía bien cuidados y alimentados por los propios habitantes de la ciudad.

Un claro ejemplo de lo relajados que están los perros en Estambul…

Un poco de historia.

Si bien no se conoce con exactitud cuando comenzó esta relación con los perros, se cree que pudo ser durante la época bizantina, pero durante la conquista de Constantinopla en 1453 ya había rastros de ellos. Y aunque ya desde esa época formaban parte de la ciudad, esta relación no siempre fue así.

A fines del sigo XIX, el sultán Mahmud II, hizo capturar y enviar a muchos de los perros (se cree que había una población cercana a unos 50 000) a la isla de Sivriada en barcos; la mayoría no llegó a destino por el clima y esto se tomó como un mensaje de Dios que no quería el destierro de los animales, entonces decidieron parar el traslado obligatorio.

Luego, hubo más intentos por parte de otros sultanes para exterminar la población de perros, enviándolos nuevamente a la isla, pero todos fallaron.

Finalmente, en 1911, el gobernador de Estambul mandó a liberar a los animales y permitió que puedan repoblar la ciudad y, desde entonces, cualquier acto contra los mismos es visto por la sociedad como una atrocidad (como debería ser visto en todo el mundo).

Los animales callejeros tienen protección legal. En el 2009, el gobierno decretó una ley en la que se castiga a quienes dañen a los animales callejeros. Te pueden multar si les retiras la comida de la calle o los sacás del lugar en donde están acostados.

En los inviernos, el ayuntamiento y los vecinos les “fabrican” casas de madera y les dan abrigo. Y, en los centros comerciales, los locales dejan que los animales se refugien del frío.

Hoy en día.

Actualmente, los perros y gatos son un ícono de la ciudad y son muy queridos por sus habitantes. Tanto que muchos de ellos tienen su perfil en Instagram o Facebook, como los gatos sagrados del museo de la Mezquita Sofía o el gato “Tombili, famoso por sus divertidas poses que, luego de morir por una enfermedad, se le hizo una estatua inaugurada formalmente el día del animal y cuenta también con un perfil en Facebook.

En nuestro recorrido, pudimos ver como en casi todos los negocios había tachos con alimento balanceado y con agua. Un dato no menor es que en casi todos los perros observábamos “algo” en una de sus orejas. Se trataba de un microchip que, según nos explicaban, era para el registro, vacunación y castración de los mismos; al igual que en el caso de los gatos.

De esta manera, el gobierno turco, invirtió mucho dinero en estos dispositivos para poder controlar la población de los animales y al mismo tiempo darles una buena calidad de vida. Sin olvidar que los habitantes además de alimentarlos, los cuidan, les dan amor y de esa manera han logrado que se  conviertan en un ícono de la ciudad.

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